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Etnias - inmigraciones LOS INGLESES |
La Legión Británica fue el movimiento migratorio más
grande que recibió Colombia de esa zona del mundo. Desde entonces, su
presencia en el país es escasa. POR MALCOLM DEAS Primero llegaron los piratas. Tal vez el primer inglés
conocido si no enterrado en tierras colombianas,
en aguas marítimas de la futura república,
fue el almirante Sir Francis Drake, quien
murió en 1595 a bordo de su nave en la bahía de Nombre de Dios, Darién.
Piratas, contrabandistas y herejes: el segundo muerto con nombre propio fue
un tal Adán Edón, juzgado en 1622 por la Inquisición en Cartagena. Medio
ateo, obstinado, con cierta desgana lo quemaron.
Los otros pocos ingleses, marineros vagos que figuran en ese archivo,
arreglaron fácilmente sus conciencias anglicanas, se convirtieron a Roma y
se quedaban en el país sin ser molestados. La primera incursión inglesa organizada fue la toma y la
colonización de la Isla de Providencia por la llamada Providence Island
Company, una asociación de especuladores filibusteros entre los cuales
figuraban muchos de los opositores del malogrado
rey Carlos l. Tuvieron más éxito en tumbar al rey,
quien perdió su cabeza en 1649, que en su empresa isleña, que pronto fue
abandonada. La primera pequeña sociedad de ingleses establecida
legalmente en el país fue la South Sea Company, residente en su factory
-el nombre vive todavía en la Calle de la Factoría
- en Cartagena, a principios del siglo
XVIII. Por un tratado entre Inglaterra y
España, la compañía gozó del derecho de asiento,
el monopolio de introducir al imperio americano los esclavos, y un número
importante de colombianos deben a las actividades de estos la llegada de sus
ancestros. Además, obtuvieron un permiso para enviar un barco anual de
mercancías. Contrabandeaban todo
lo posible, pero sus
apuntes muestran que los nativos les igualaban en viveza. Uno de ellos, en
un negocio sustancioso, fue tumbado por el superior de los jesuitas. Pero no entraron muchos británicos al cerrado imperio español
antes de la Independencia. Los numerosos eran los
de la Legión Británica, miles de voluntarios
mercenarios (la mayoría irlandeses),
entre ellos veteranos de las guerras napoleónicas que vinieron a
servir en los ejércitos patriotas de Bolívar. Eran el contingente extranjero más grande.
Aunque muchos resultaron inútiles, los mejores
sí hicieron un aporte importante: conocían el oficio militar. Los famosos a
veces son recordados: McGregor, OLeary Rooke, Sandes y el notorio Hand
quien, bajo órdenes de OLeary mató a Córdova en El Santuario, Antioquia. Todos eran bolivarianos excepto el coronel Wilthew, que fue
edecán de Santander. Al terminar la guerra, pocos
quedaban en el país y los bolivarianos tuvieron que partir en 1830: la
naciente Nueva Granada no quiso saber más de militares extranjeros. Nunca después llegaron ingleses en masa. Con la
Independencia vinieron comerciantes con la ilusión de hacer fortunas rápidas
y fáciles en el gran mercado de la Gran Colombia. Pronto, casi todos se
fueron decepcionados: Colombia no tuvo mucho que
ofrecer al mercado mundial y sus ritmos comerciales eran
muy lentos Aunque
casi hasta la Primera Guerra Mundial,
Inglaterra, por la fortaleza de su industria de telas, era el
principal socio comercial del país, los importadores en Colombia eran
nativos, no ingleses. Primero se surtían
desde Jamaica, y pronto directamente desde los centros industriales de
Inglaterra. Por acá vino uno que otro agente viajero, con sus maletas de
muestras. También llegaron unos especuladores en minas. Los ingleses
explotaron minas en Santa Ana, Tolima (hoy municipio de Falan), en Frías, en
Marmato y en otras partes de Antioquia. Durante 50 años, antes
de abandonar la mina en 1874, invirtieron medio millón de libras
esterlinas en la mina de Santa Ana, pero los accionistas nunca recibieron un
dividendo. Les fue mejor en Antioquia, donde
ciertos ingenieros dejaban buena fama, como Tyrell
Moore. Algunos que vinieron como mineros, después invirtieron en el café.
Los ingleses, en tiempos de nuestro imperio, estuvimos muy ocupados en otras
partes del mundo, y desde nuestras islas los grandes flujos de emigrantes
iban a Australia, Canadá, Estados Unidos, países de clima templado con gran
demanda de mano de obra. De vez en cuando, los
diplomáticos ingleses en Bogotá tuvieron que informar a Londres sobre
Colombia como un destino posible de emigración. "Lindo país,
contestaron, pero
salarios bajos; excedente de mano obra y, en mucha parte, demasiado
tropical. Olvídense." El resultado de los ingleses en Colombia fue una presencia
de individuos. Los que quedaron, se neogranadizaron y más tarde se
colombianizaron. Todavía no han muerto en Bogotá
suficientes ingleses para llenar el Pequeño Cementerio Inglés, fundado hacia
1830. Pero, como es el caso de todas las colonias
extranjeras, su influencia ha sido
desproporcionada frente al pequeño número de inmigrantes registrado. Otras contribuciones en sus distintos campos hicieron Cheyne,
médico; William Wills, autor del primer análisis
publicado de la economía nacional, y el ya mencionado OLeary, como
memorialista y archivero de Bolívar. Uno de los tributos más bellos de
cualquier extranjero a Colombia y a su gente es la obra de un inglés
pasajero de mediados del siglo XIX, el vicecónsul y acuarelista Edward Mark. Tengo la impresión de que mis compatriotas inmigrantes no se
adaptaron mal. Puede ser que haya cierta afinidad de temperamento entre los
ingleses y los colombianos ¿El individualismo,
el estoicismo, el
realismo, la ironía... defectos? El lector dirá. Tomado de la Revista
Semana No.1278, 30 de octubre de 2006
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